La inclusión de España en la Unión Europea y la unificación de la moneda ha hecho que haya un cambio en la legislación española. Desde luego, el derecho nacional ha tenido que ponerse al servicio de una entidad supranacional como la Unión Europea. No cabe la menor duda de que eso ha trastocado algunos mecanismos que los abogados, los jueces y los procuradores han tenido que cambiar y a los que se han tenido que acostumbrar. Han pasado varias décadas desde entonces y ya nos hemos acostumbrado a un cambio que era necesario para nuestra organización como continente.
Hay una figura del proceso judicial a la que los europeos no han estado tan acostumbrados como a los jueces o a los abogados. Hablamos de una figura como la del procurador, que se encarga de agilizar todos los trámites y papeleos que son requeridos a lo largo de un proceso judicial. El no comprender exactamente esa dedicación es lo que ha hecho posible que muchos de los procesos judiciales del continente (no solo los españoles) se eternicen de una manera tremenda. Es precisamente eso lo que busca evitarse con el procurador. Quien conoce sus servicios, tiene la llave para acelerar un proceso judicial.
En España, la figura de los procuradores está regulada por un Decreto en concreto, que es el 1281/2002, de 5 de diciembre, por la que se regula el Estatuto General de los Procuradores de los Tribunales. Desde luego, esto habla a las claras de que esta ha sido una de las figuras que más peso ha ganado en los últimos años en España. Y es que era necesaria, porque es una manera de hacer que los propios implicados en un proceso judicial tengan la posibilidad de darle un poco más de rapidez al proceso, porque los retrasos enfadan, y con toda la razón, a todas aquellas personas que buscan justicia.
Una noticia publicada en la página web de Unir indicaba las cuestiones a las que puede atender un procurador. Y es que no solo se trata de labores de documentación las que tiene en su agenda, sino que también puede ejercer algún tipo de labor relacionada con la representación, el pago de tasas o incluso la intervención en subastas. Como veis, hay una buena nómina de razones por las cuales podríamos necesitar un procurador. Desde luego, lo que está claro es que no se puede obviar la ayuda que nos puede proporcionar un profesional de este tipo.
Poco a poco, en Europa vamos agilizando todo lo que tiene que ver con los procesos judiciales. En España, sabemos muy bien la cantidad de tiempo que se puede llegar a invertir en resolver un determinado caso o proceso. La situación, que es similar en muchos de los países de la Unión Europea, se va resolviendo poco a poco con la internacionalización de la figura del procurador de los tribunales, cuya labor, en función de las sensaciones de los trabajadores de Sevilla Flores, procuradores en Cieza, viene siendo más reconocida con el paso de los años.
Una figura que va a seguir ganando en importancia de cara a los próximos años
Es algo de lo que a nadie le queda ninguna duda. Teniendo en cuenta que los europeos vamos siendo plenamente conscientes de la utilidad de una figura como esta, parece lógico pensar que la figura del procurador va a conseguir una mejor reputación de cara a los próximos años. Hasta ahora, no acababa de entenderse (ni en España ni en ninguno de los países que confirman la Unión Europea) cuáles eran las competencias de estos profesionales, pero ahora ya no hay dudas al respecto.
Lo importante es que todo el mundo tenga la posibilidad de disponer de los servicios de un procurador. Es de este modo como se puede empezar a comprender la idoneidad de tener a uno de los profesionales de este campo y tener acceso a todas y cada una de las ventajas que se derivan de esta actividad. Es evidente que son muchas las personas que ya pueden testificar que es un asunto de lo más recomendable puesto que han salido bien parados en procesos judiciales en los que han echado mano de algún procurador.
Un juzgado es un lugar al que no mucha gente quiere ir. Suele generarnos pereza y desazón. Además, solemos desconocer los trámites y la legislación que tenemos que seguir a la hora de cumplir con el proceso en el que estamos inmersos. Por eso, la mejor alternativa siempre va a ser la de delegar el máximo número de funciones posibles en un profesional del campo en cuestión. Es lo que hacen cada día más europeos, con independencia de su nacionalidad. Y no nos extraña en absoluto que así sea.