Cuando nació el turismo rural, todos sabían de qué estábamos hablando: una casa de pueblo adaptada a la modernidad actual con las comodidades básicas o una casita de campo en plena naturaleza. De lo que se trataba es de que familias, parejas y grupos de amigos pudieran desaparecer el “mundanal ruido”, huyendo de los ríos de asfalto, para pasar una semana o quince días en un paisaje lleno de árboles, descansando, sintiendo la paz de vivir en un entorno donde las prisas no son bienvenidas.
Después, a esta idea se sumaron cientos de agencias de deportes de aventura que promocionaban vacaciones rurales en pueblos o casas rurales en las que se incluían diferentes experiencias deportivas tipo rafting, escalada o espeleología.
Un ejemplo de este tipo de turismo es Cortijo El sapillo, una casa rural en Nerpio, Albacete, en cuya web se ofrecen actividades como senderismo, tirolina, tiro con arco e incluso un paseo en globo aerostático.
Luego llegaron los hoteles rurales, un concepto que en realidad ya existía pero que cobró mucho más éxito a raíz de las nuevas tendencias en turismo rural. Lo que ocurrió es que los pequeños hoteles en pueblos, e incluso en zonas apartadas de toda civilización, ganaron adeptos y aprovecharon para promocionarse por todo lo alto.
Ahora llegan nuevos conceptos, como el turismo rural de lujo, que aunque parezca algo contrario, en realidad puede ser complementario, o incluso el turismo rural ecológico con arquitectura sostenible, que aboga por levantar ciertas áreas poco pobladas de España, o zonas desfavorecidas, con arquitectura ecológica instalada en plena naturaleza.
El Woodhouse Hotel es un buen ejemplo de arquitectura sostenible integrada en el paisaje como reclamo turístico para impulsar la economía de una aldea en China llamada Guizhou. La duda que me surge en este tipo de casos es la siguiente: ¿Será capaz de turista de respetar las costumbres y la naturaleza del entorno? Está claro que todos queremos ese respecto, pero no tengo tan claro que todos cumplamos con lo mínimo para preservar ese paisaje. No sé por qué me imagino ese pueblo dentro de 10 años con mucha menos vegetación y lleno de turistas que rompen la magia del lugar.
En España se roza el lleno
Este puente de todos los santo España rozó el lleno en muchísimas zonas, en Burgos ya se preveía esta situación unos días antes y los datos demostraron que tenían razón. Esto lo único que viene a demostrar es que el turismo rural sigue vivo, vigente, activo y totalmente en boga.
Según la web escapadarural.com, la ocupación nacional en casas rurales alcanzó el 72%, algo que en Benidorm podría parecer poca cosa pero que cuando hablamos de alojamientos rurales en todo el territorio nacional es realmente muchísimo. Se trata de un incremento de 30 puntos porcentuales con respecto al año pasado en este mismo puente, en parte gracias a que este año el día 1 de noviembre cae viernes, y en parte debido al hecho de que este tipo de turismo no hace más que crecer cada día.
Málaga y Córdoba fueron las provincias andaluzas con mayor ocupación de alojamientos el año pasado. Se registraron 48.653 viajeros y 123.510 pernoctaciones en Córdoba, unas cifras que solo superó Málaga en época estival.
Otra comunidad que no deja de recibir turistas es Castilla y León. Mientras que para otras cosas hablamos de una comunidad con poco crecimiento debido a la gran cantidad de pequeños pueblos de interior que componen su geografía, en lo que a turismo rural se refiere destaca notablemente dentro del cómputo nacional. De hecho, el Instituto Nacional de Estadística de España indicó que Castilla y León fue denominado líder en turismo rural, tanto en visitantes que se quedan a pasar la noche ahí como en viajeros de pasada.
Esto nos hace fijar la vista en sus principales atractivos, tales como la estación de Esquí en San Isidro, la estación de Esquí de Navafría, la Sierra de Gredos que acaba de conseguir el certificado Starligth que acredita que posee poca contaminación lumínica, el área del Morezón, etc.
En el pasado puente del Pilar, fue Cataluña la comunidad que lideró las reservas de turismo rural, pero no es de extrañar que tras los incidentes por la sentencia del procés, ocurridos justo después de puente, y que aún a día de hoy siguen sin esclarecerse de todo, ese número de reservas haya caído notablemente. De hecho, es lo más lógico, sobre todo teniendo en cuenta que hay países que recomiendan a sus residentes no viajar a Barcelona, y si es posible no viajar a toda Cataluña.
Sea como sea, en España ya no solo se lleva el turismo de sol y playas, ahora el turismo rural es también un gran atractivo, del mismo modo en el que lo es en otros países como en China, donde hemos visto que han instalado ese hotel ecológico. Tal vez, sea momento de promover más este turismo fuera de nuestras fronteras y así ganaríamos dos pájaros de un tiro. Por un lado, la economía de las regiones de interior crecería aún más de lo que ya lo hace solo con el turismo rural nacional y el poco que llega desde fuera, y por otro lado las playas del levante y la costa andaluza descansarían un poco, lo que no les vendría nada mal para poder recuperar parte de su flora y su fauna. Y este último punto me parece muy importante, ya que hemos llegado a un punto en el que ciertas zonas, donde antes había una fauna increíble, se han quedado solo para la foto y para que los turistas llenen sus aguas en junio, julio, agosto y la primera quincena de septiembre como mínimo. Una pena, teniendo en cuenta la gran riqueza que teníamos en nuestras costas, ¿verdad?
Está claro que el turismo en España no puede desaparecer, miles de personas viven de él y para él, pero tal vez debemos cambiar un poco el tipo de turismo abandonando los desastres de “Magaluf” y optando más por este tipo de turismo sano, ¿o no?