Europa se suelta las cadenas

Las cadenas que anclaban nuestros pies a la tierra en la que residimos han sido tan reales que aunque no pudiéramos tocarlas ni verlas nadie las ha podido soltar. La pandemia destrozó miles de puestos de trabajo en muchísimos sectores pero, como ya sabemos, el turismo fue el más golpeado. De cara a este verano parece que Europa está desanclando esas cadenas y aunque aún no podemos quitárnoslas del tobillo, si podemos subirnos con ellas a algún que otro avión, coche, tren  e incluso barco.

También es verdad que el tema crucerístico ahora mismo da mucho miedo ya que hablamos de ciudades flotantes en las que los conductos de aire, en camarotes, unen a todo el barco. Si una persona se contagia en un crucero, o sube ya contagiada, sabemos lo que pasa: tripulación y turistas en cuarentena y más de uno saldrá directo en camilla hacia el hospital. El coronavirus es así, no deja títere con cabeza, y aunque el sector del crucero tiene tanto derecho a reponerse como los demás, la realidad es que es posible que sea uno de los que más complicado lo tenga. Aunque hay quienes están barajando ya un posible curcero de turistas vacunados, tal vez del IMSERSO o algo similar, aunque me parece un poco discriminatorio para el resto pero bueno, todo sea por ayudar al sector.

Ahora bien, los vuelos, los trenes, la posibilidad de coger tu coche y cambiar de provincia, e incluso de país, empieza a ser ya una realidad tangible y aunque yo soy de las que piensa que la mascarilla debería quedarse puesta aún bastante tiempo más, la posibilidad de retomar nuestras vidas está tan cerca que casi la rozo con la mano.

Personalmente no he viajado nada desde que empezó la Pandemia, allá por los principios de 2020, y aún tengo algo de miedo a hacerlo. Muchos de mi entorno ya han cogido el coche y, aunque no se hayan ido muy lejos, han cambiado de provincia para hacer alguna escapadita de fin de semana. Incluso hay muchos que, gracias al bono de turismo que están dando algunas comunidades autónomas, han podido pegarse unas buenas mini vacaciones mejores de lo que esperaban. Y es que ese el turismo nacional es que ha estado manteniendo las pocas empresas, o autónomos, que vivían de este sector y que han seguido con las puertas abiertas.

Según este portal experto en anunciar tu casa rural, el turista nacional consiguió mantener a flote a la  mayor parte de sus clientes y hablamos de alojamientos rurales en Murcia, casas rurales en Asturias o de cualquier tipo de empresa de turismo rural en Cantabria. Y es que este portal, Ruralzoom, cuenta con clientes por todo el país por lo que es perfecto para buscar cualquier tipo de servicio relacionado con este sector en cualquier comunidad autónoma.

¿Significa eso que el sector del Turismo Rural ha tenido grandes beneficios a pesar de la pandemia? Pues en realidad los datos no están claros porque a pesar de que los números en los meses de apertura son muy buenos, el tiempo que han tenido que permanecer cerrados obliga a bajar la estadística demasiado. Pero ante la situación en la que nos hemos visto inmersos, ¿el hecho de que se hayan mantenido no es ya de por sí una fantástica noticia?

El turista europeo

El problema es que en los que al hotel se refiere, y sobre todo al resort, los nacionales no somos suficientes. Por un lado me entran ganas de coger a los gerentes, propietarios y jefazos por la oreja para explicarles que si ponen los precios de todo tan elevados es normal que el turista nacional opte por los alojamientos rurales y deje de lado la idea del hotel en la costa mediterránea, pero por otro me dan tanta pena como los demás.

¿Y por qué digo esto? Pues básicamente porque cuando los hoteleros de Benidorm dicen que necesitan del turista inglés o alemán para colocar el cártel de “lleno” tienen razón, pero no porque al  turista español no le guste esa ciudad, o cualquier otra, sino porque los precios que ponen son tan elevados que solo los extranjeros, con un nivel de vida superior al nuestro, pueden pagar 1500 euros por persona solo en alojamiento para una semana (y no hablamos de los más caros).

Una habitación decente en un hotel de categoría media, según algunas asociaciones de turismo, debería costar una media de 100 euros la noche, pero los hoteles de la costa tienen tarifas que no bajan de los 180 euros la noche, y ya no te digo lo que cuesta en un hotel de 5 estrellas. Todo esto provoca que el turista nacional medio tenga que buscar alternativas, ya que una familia de 4 miembros podría tener que llegar a pagar más de 2500 euros por pasar una semana en Benidorm, como mínimo.

Sin embargo, para el turista inglés es un precio fantástico, igual que para el turista alemán, y de ahí que ciudades como Mallorca, Ibiza, Benidorm, Granada o Sevilla sean los destinos por antonomasia de estos turistas extranjeros.

Pero ahora todas estas ciudades están de enhorabuena porque los gobiernos de dichos países, así como de otros, ya han liberado a sus ciudadanos para que viajen allá adonde quieran y en España, nuestro Gobierno, ya permite la entrada de turistas de esos países incluso aunque no traigan la PCR hecha.

Apertura total

Lo que pasa es que esta apertura total impone muchísimo, sobre todo a quienes como yo hemos sido bastante conservadores con este tema, más que nada porque vemos cómo se comporta la gente y nos pánico el hecho de pensar que tengan de nuevo libre albedrío.

Si hace unos meses, cuando la cosa estaba bastante complicada aún en los hospitales, aún se veía a más de uno por la calle sin mascarilla cruzándose con niños muy pequeños que tampoco la llevan o incluso fumando a su alrededor, ahora que la incidencia es muy baja y que los medios mandan un mensaje de positivismo total es muy complicado salir a la calle sin encontrarte a alguien que decide llevar la mascarilla por la barbilla o en el codo aunque tosa, fume o estornude. Si a eso le sumamos la apertura de las comunidades autónomas y ahora la liberación de las cadenas anti turismo en toda Europa, no puedo evitar tener un miedo atroz a que se crucen conmigo, y sobre todo con mi bebé que no puede llevar mascarilla, demasiadas personas que podrían ser portadoras del virus.

Y no se trata de que piense que mi hija pueda tener síntomas muy fuertes si se contagia, pues se supone que en los bebés sanos el Covid19 no causa demasiados estragos, se lo que se trata es de que mientras haya una posibilidad de que alguien de mi familia sufra yo no pienso ser quien tiente a la suerte.

Además, si hacemos caso a los expertos (que es lo que deberíamos hacer todos), hasta que los niños no estén vacunados estos pueden ser un reservorio del virus y, por tanto, la posibilidad de mutación sigue viable, por desgracia.

Así que por un lado estoy contenta, feliz, pletórica por pensar que Europa recupera la movilidad y por tanto se activa de nuevo la economía y el motor del turismo en nuestro país, pero por otro soy miedosa y no puedo evitar que mi cadena siga bien anclada al suelo y con todas las medidas preventivas alrededor.

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