Hemos llegado a un punto en tecnología en el que hablar de juguetes tecnológicos da un poco de miedo, pues cualquiera de ellos puede convertirse en un arma de doble filo y eso es exactamente lo que ha estado pasando son los drones. Los tenemos de todo tipo, desde los de corto alcance teledirigidos que no son más que un juguete, hasta los drones espía que son capaces de volar miles de kilómetros con total autonomía.
Estos “no juguetes” pueden utilizarse para muchísimos usos, desde los más inocentes, como el fotógrafo del que nos hablan en Modeltronic, que compra drones con cámaras potentes para grabar y fotografiar eventos familiares, como bodas o comuniones, desde una perspectiva diferente, hasta los más militares, como los que se usan para labores de vigilancia e inteligencia.
Obviamente, del mismo modo en el que se usan los drones para mil cosas diferentes, hay quien crea armas para acabar con ellos, como los israelíes, quienes han creado un láser que calcine drones en pleno vuelo, pero el problema ya lo tenemos al alcance de la mano, y es que el uso de estos aparatos puede traer beneficios o perjuicios para unos y otros.
Los usos de los drones
La policía.
Uno de los usos que mayores beneficios están trayendo, y no hablo de los económicos, es el que hace la policía española, pues utiliza drones como radares espía para cazar a conductores que cometen graves imprudencias e infracciones de tráfico.
La DGT ha comenzado a emplear drones para detectar infracciones de tráfico. Desde hace años ya opera desde el aire el sistema de control de tráfico Pegasus, que se despliega en helicópteros. Pero el coste de este sistema es muy superior al de una flota de drones. La DGT ya tiene 11 en funcionamiento y se ha adjudicado la compra de otros 27. Estos dispositivos, que comenzaron a funcionar en la operación salida del 1 de agosto, tienen dos horas de autonomía y pueden elevarse a 120 metros. Además de infracciones, sus cámaras detectarán situaciones de peligro o accidentes que requieran de apoyo logístico.
Profesiones
Ya hemos hablado del fotógrafo que graba vídeos de bodas con drones voladores, pero hay otras profesiones que también se benefician de estos aparatos. Los fontaneros más tecnológicos introducen pequeñas cámaras que funcionan como un mini dron dentro de tuberías. Las guían con mandos que a veces son aplicaciones de su propio móvil y gracias a ellas consiguen encontrar roturas y fugas de agua sin necesidad de levantar todo el suelo en una vivienda.
Los agricultores más modernos los usan para vigilar sus cultivos y detectar tanto intrusos o ladrones como áreas de cultivo dañado por enfermedades y plagas. Profesionales como Fumicon, de hecho, tienen en mente incluir esta herramienta en algunos trabajos de campo. Los biólogos marinos mandan drones subacuáticos para estudiar el comportamiento de algunos cetáceos, como las ballenas o los delfines.
Sanidad
En China, el gobierno está usando drones para vigilar a sus ciudadanos con el fin de que cumplan las medidas tomadas por el Estado para contener el coronavirus y evitar su propagación. Además, llenan algunos de esos drones con desinfectante y lo lanzan sobre diferentes zonas de las ciudades más infectadas.
Del mismo modo, se pueden usar drones para vigilar hospitales y zonas problemáticas.
También hay que remarcar la aparición de la tecnología 5G, que permitirá la creación de drones con equipo médico y una cámara que pueden transmitir en directo para recibir las instrucciones del doctor o incluso para llevar un fármaco a espacios complejos. El dispositivo puede permitir dar instrucciones en tiempo real sobre cómo tratar al paciente.
La cara B
Ahora bien, también debemos dejar claro que en toda innovación tecnológica puede haber contras, y los drones no son una excepción. El uso privado de estos drones pone en peligro, muchas veces, a miles de personas. Hace pocas semanas el aeropuerto de Barajas tuvo que cerrar sus pistas tras detectar que un dron se encontraba sobrevolando espacio aéreo. Si un dron se acerca demasiado a un avión, éste puede aspirar el pequeño aparato con la fuerza de sus motores provocando una avería y, en consecuencia, el accidente que acabe con cientos de víctimas.
De hecho, es importante conocer la normativa vigente a la hora de volar un dron para evitar que se den situaciones como la que se vivbió hoy en Barajas. El aparato tiene que volar a una altura máxima de 120 metros y debe estar a la vista de la persona que lo está dirigiendo. “Vuela de día, en buenas condiciones meteorológicas y en zonas adecuadas” explican en un vídeo donde se detallan estas normas. Si por algún motivo un dron tuviese que volar en un espacio aéreo controlado, es necesario un estudio aeronáutico de seguridad en el que se analicen los posibles riesgos. Después hay que obtener la autorización de la AESA y ponerse en contacto con el Departamento de Coordinación Operativa de Espacio Aéreo de Enaire para coordinar su operación