Las empresas europeas dan un paso al frente en su apuesta por la calidad en sus bienes y servicios

La calidad es una de las cuestiones que los emprendedores suelen tener más en cuenta a la hora de dirigir sus negocios, sobre todo porque entienden, con acierto, que un producto o servicio que sea de calidad tiene muchas más posibilidades de ser vendido. Es algo que es cierto y que, desde luego, responde a una situación lógica: si nuestro bolsillo lo permite, entre dos productos o servicios al mismo precio, nos quedaremos con el de mejor calidad. Siempre ha sido así, lo sigue siendo y esta manera de pensar no va a variar en el futuro.

El problema que tradicionalmente se asociaba a la calidad era que se trataba de una característica intangible. Todo el mundo dice que los productos o los servicios de su empresa son de primera calidad, pero todos sabemos perfectamente que eso no es así ni mucho menos. Por fortuna, en la actualidad ya hay mecanismos y certificaciones que garantizan que un determinado bien o servicio es de calidad y que lo dice una entidad externa a la empresa que se encarga de comercializarlos. Eso es realmente importante porque aporta una visión objetiva y que deja de lado esa intangibilidad.

En la página web de Emprendedores, se hace una especie de reportaje acerca de todo lo que tiene que ver con la obtención de los certificados de calidad que se emiten tanto en España como en la Unión Europea, algo que le resultará de especial interés a una gran cantidad de empresarios en este país. La verdad es que siempre resulta interesante tener algún certificado de este tipo puesto que es la manera que tenemos de demostrar que la calidad de nuestros productos o servicios no es algo que nos estemos inventando ni mucho menos, sino que forma parte de la realidad más absoluta.

La obtención de la calidad no es algo que resulte sencillo. No es algo que surja solo, de manera mecánica. Hay que trabajarlo. Y, para ello, es conveniente disponer de todos los sistemas que nos permitan hacer gala de esa calidad. Y ojo, no solo estamos hablando de la calidad de los productos o servicios, sino que también nos referimos a la de los procesos a través de los cuales los aquéllos se generan. Desde Q-Bo nos han indicado que cada vez más empresas se preocupan por esa calidad y que, en efecto, todos los procesos en los que forma parte la entidad son susceptibles de contribuir a mejorar la calidad de aquello que vende y, por ende, la calidad de su imagen.

Es evidente que apostar por la calidad no es algo sencillo por mucho que lo parezca. Del primer al último sistema y empleado de nuestra entidad tiene que tener claro lo que pretendemos conseguir. Debe haber un compromiso claro y que todo el mundo sepa perfectamente qué función ha de desempeñar. De lo contrario, es posible que no consigamos los objetivos que nos hemos propuesto conseguir, tanto a corto como a largo plazo.

Un elemento inherente a cualquier tipo de sector

Si hay algo que evidencia la importancia que tiene la calidad para las empresas es que es algo que tratan de conseguir todas las empresas del mundo, con independencia del país en el que se encuentren y del sector al que estén dedicando su actividad. No cabe la menor duda de que la calidad es, por tanto, el elemento más universal de todos cuantos existen y que, en efecto, es una de las cuestiones que diferencian a las buenas empresas de las mediocres. Es un atributo imprescindible para hallar el éxito y todos lo sabemos.

Desde la alimentación hasta el automovilístico, pasando por los servicios de las mismísimas administraciones públicas, la calidad es un elemento trascendental y determinará algo todavía más importante: la confianza que la gente deposite en nosotros, algo que, entendido de otra manera, es sinónimo del futuro y la rentabilidad de la que puede hacer gala la empresa para la que trabajamos. Ni que decir tiene que disponer o no de esa calidad es una de las cosas que nos pueden hacer crecer o caer en un mundo que cada vez es más competitivo y en el que conseguir un hueco en el mercado es más difícil.

La calidad es algo que debe ser trabajado en el presente, pero que da réditos en el futuro. Es cierto que, en ocasiones, el plazo en el que reporta esos réditos varía. Unas veces sería más corto y otras mucho más largo. Pero la rentabilidad es la rentabilidad. Y lo que está más que demostrado en pleno año 2020 es que la calidad es una apuesta segura para tratar de conseguir una buena cantidad de beneficios. Y eso, amigas y amigos, es el fin último para el que se trabaja con tanto esfuerzo y constancia.

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