Aunque pueda sonarnos a chino, el bruxismo es una de las enfermedades dentales más frecuentes que existen. A menudo, la persona que lo sufre no es consciente de ello. Es causante de la erosión de los dientes, desencaje de la mandíbula, dolor de oído y fuente de intensas jaquecas. Conozcamos en qué consiste.
El bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes. Según la clínica dental La Chicuela, de Cáceres, lo padece el 50% de la población española. Sin embargo, entre los afectados existe un porcentaje muy alto que ni siquiera es consciente de que lo tiene, ya lo que experimenta mientras duerme.
El enfermo de bruxismo suele sentir una sobrecarga de la mandíbula al levantarse por la mañana o al masticar. Puede sentir chasquidos al abrir o cerrar la mandíbula, en la zona cercana al oído. Experimenta dolor en las sienes, así como en la cara, en el cuello y en los hombros y tiene una acuciada sensibilidad dental. Si la persona experimenta uno o varios de estos síntomas, es recomendable que asista a una clínica dental. Un sencillo reconocimiento por parte del dentista permite descartar esta enfermedad o tomar medidas para evitar sus consecuencias y eliminarla.
El bruxismo puede ser céntrico, apretamiento de los dientes. Daña el cuello de las piezas dentales, siendo los premolares los más afectados, debido a la inclinación de las coronas con relación al eje de la raíz. Suele ir acompañado de cefaleas. Otro tipo de bruxismo es el bruxismo excéntrico, frotamiento o rechinado de dientes. Los movimientos nerviosos de la mandíbula siguen un patrón definido ocasionando un desgaste de los dientes al momento de deslizarse, los incisivos suelen ser los más dañados.
El bruxismo produce:
- Desgaste irreversible de la dentadura. Por la frotación, los dientes se van limándose y perdiendo fragmentos del esmalte.
- Dientes y esmaltes rotos. Por la presión ejercida, se producen fisuras en el cuerpo del diente.
- Sobrecarga en la articulación temporomandibular. (ATM). Es la bisagra que une las dos partes de la mandíbula y el punto en el que esta se conecta con el cráneo. A largo plazo genera mandíbula desencajada, dolores crónicos y dificultad para hablar y masticar.
El bruxismo no se manifiesta de forma continua, sino que surge de manera involuntaria en periodos cortos, pero a menudo recurrentes. Se pueden dar por la noche, mientras el sujeto está durmiendo, o por el día, estando despierto.
Bruxismo nocturno.
Aparece durante las etapas 2 y 3 del sueño no REM. En una sesión de sueño de 8 horas, los episodios de bruxismo ocupan entre 17 y 38 minutos cada noche. Es un acto involuntario, el paciente no es consciente de ello, solo pueden percatarse sus compañeros de habitación al escuchar el ruido de los dientes castañeteando o el dentista al apreciar un deterioro irregular en los dientes y las encías.
En los casos de bruxismo crónico, es frecuente que aparezca entre los 17 y los 20 años, y comience a remitir pasados los 40, aunque en otros casos puede surgir en cualquier etapa de la vida y desaparecer por sí mismo.
Aunque no se conocen con exactitud las causas de esta enfermedad, la revista Movida Sana enumera algunas circunstancias que contribuyen a su desarrollo. Una de ellas es la presencia de trastornos del sueño, donde el bruxismo tiene un efecto de retroalimentación, pues impide que el sujeto descanse bien, llegándole a despertar varias veces por la noche. Problemas respiratorios como la apnea del sueño hacen que el sujeto apriete los dientes al dormir. La lineación inadecuada de la dentadura puede ocasionar la fricción entre las dos arcadas al no encajar correctamente y no encontrar una posición cómoda de descanso.
Hacer ejercicio durante todo el día ayuda al cuerpo a que esté cansado a la hora de acostarse y que haya liberado tensión antes de llegar el sueño, de esta manera los episodios de bruxismo no serán tan dañinos. Tomar cenas ligeras y alejadas de la hora de dormir, favorecen que el cuerpo se encuentre más relajado y que sus reacciones involuntarias sean menos intensas.
Bruxismo diurno.
Según la revista Actualidad Sanitaria, el bruxismo diurno está ligado a estímulos externos de tipo psicosocial o ambiental. El estrés laboral y la ansiedad están relacionados con esta enfermedad. Pasar por temporadas de sobrecarga de trabajo o periodos importantes de exámenes pueden hacer que nuestro cuerpo descargue tensiones con movimientos reflejos como la fricción dental.
En el 2020, con la conclusión del confinamiento durante la pandemia del COVID-19, los expertos apreciaron un incremento de los casos de bruxismo. La incertidumbre laboral de aquel momento, la preocupación por la salud y la ansiedad derivada de los cambios que se estaban produciendo hicieron que el estrés general aumentara considerablemente. En algunas personas, esa inquietud se tradujo en movimientos nerviosos inconscientes que se producían mientras estaban despiertos.
Existen tres grados de bruxismo. El primero de ellos es el hábito incipiente, en el que la persona, por periodos breves de tiempo y de manera ocasional, frota los dientes entre sí al notar algún factor local dentro de la boca o una mala oclusión de la dentadura. Suele haber ausencia de estrés, es reversible y tiende a desaparecer por sí mismo.
En el grado 2 o hábito establecido, la persona se encuentra bajo un nivel de ansiedad y excitación en el que involuntariamente aprieta o rechina los dientes. Es una respuesta natural como podría ser el aumento de sudoración o el incremento del ritmo cardiaco. Por lo general, cuando la persona se hace consciente de este movimiento, lo detiene.
En el grado 3 o hábito poderoso, esta reacción está tan arraigada que se da hasta en el entorno social y familiar del paciente, sin poder reprimirla ni resistirse a ella. Es un síntoma de casos agudos de estrés. Combatir el bruxismo, en estos casos, implica abordar directamente su causa.
Férulas oclusales.
La solución más utilizada para tratar el bruxismo son las férulas oclusales o férulas de descarga. Son unas fundas acrílicas hechas a medida que protegen los dientes e impiden que se rocen entre ellos. De esta manera se protege el esmalte y se consigue que los músculos de la mandíbula se relajen. Deben estar confeccionadas a medida por un odontólogo. Unas férulas mal hechas o inapropiadas pueden desalinear la dentadura y producir problemas en la articulación de la mandíbula.
Para elaborarlas, primero hay que partir de una evaluación y diagnóstico del odontólogo. Que analice la gravedad del caso y que determine que parte de la dentadura requiere un mayor cuidado. En una segunda visita, se realiza un molde en negativo de la dentadura superior, inferior o de ambas (dependiendo de dónde sea más útil descargar la oclusión), producida con un material elástico llamado alginato. Este molde se envía a un laboratorio, donde se fabrica la férula en una resina acrílica transparente. La férula protege los dientes con la suficiente fuerza como para absorber el impacto de la mordida. La funda es exclusiva del paciente e intransferible.
Cuando la férula llega a la clínica, el dentista debe realizar los últimos ajustes para que encaje a la perfección en el arco dental del paciente, de manera que no presione la encía, ni ninguno de los dientes. El paciente deberá colocarse la férula siguiendo las recomendaciones del odontólogo. Llevándola durante toda la noche, en el caso de bruxismo nocturno, o en espacios determinados del día.
En casos más graves de bruxismo, se recomienda rehabilitar las piezas dentales más afectadas y se recetan analgésicos y antiinflamatorios.
Aunque la férula no elimina el bruxismo, con ella se evita que se siga destruyendo la dentadura y el paciente gana en calidad de vida.
Relajación.
Atacar el bruxismo implica una coordinación con otras áreas de la salud. Por un lado es necesario afrontar las causas. Como hemos visto, están relacionadas con el estrés y la ansiedad. Por otro lado, se necesita proteger otras zonas dañadas a fin de favorecer su rehabilitación.
Para resolver la ansiedad, a veces es recomendable recurrir a un psicólogo y seguir una terapia. Practicar el yoga, la meditación y otras terapias alternativas puede ayudar al paciente a controlar las reacciones nerviosas de su cuerpo.
En este sentido, también es importante practicar ejercicio y un estilo de vida sana, combatir el sedentarismo y orientar a nuestro cuerpo a que descargue la tensión por otras vías que le causen menos daño.
Con frecuencia el paciente debe acudir a un fisioterapeuta. Que le realice masajes sobre la musculatura facial y cervical, de manera que se relajen los músculos y se ayude a restaurar los tejidos dañados. Hay que trabajar una postura corporal correcta, que proteja las zonas afectadas y relaje el cuerpo. El paciente debe aprender a relajar los músculos de la cara, eliminando ese estado de tensión que le produce la enfermedad.
Será necesario cuidar la alimentación. Primar la ingesta de alimentos blandos, para no sobrecargar la mandíbula ni los dientes dañados.
El bruxismo, a menudo, es una enfermedad que se sufre sin tener conciencia de ello. Ponerse en manos de un buen especialista y seguir sus indicaciones nos ayuda minimizar sus efectos y a erradicarlo.