Sabemos lo importantes que son las taquillas en un gimnasio. Permiten a los deportistas quitarse la ropa de calle y ponerse la indumentaria deportiva, dejando sus pertenecías a buen recaudo. La gestión de las taquillas implica para la instalación una serie de responsabilidades: mantenimiento, pérdida de llaves, protección ante robos. Las taquillas inteligentes se han ideado para suplirlas.
Las taquillas mantienen separado el material deportivo del de calle. Pasando por los vestuarios, el deportista se cambia de ropa, guarda sus pertenencias en su parte del armario y se dispone a practicar deporte en las instalaciones. Cuando termina, vuelve a cambiarse. Es una práctica habitual, pero siempre no fue así. Las instalaciones deportivas han ido evolucionando a lo largo de la historia.
En la antigua Grecia se acuñó el término “ment sana in corpore sano.” Tan importante era para la formación humana su desarrollo intelectual como la práctica de la actividad física para adquirir un buen estado de forma. Los deportes primitivos eran actividades sencillas como correr, a veces ligadas al perfeccionamiento de habilidades para el combate: lanzamiento de jabalina, lanzamiento de objetos (disco, pesos), lucha cuerpo a cuerpo. Se practicaban al aire libre y no requerían un cambio de indumentaria. En Roma se convierten en un espectáculo de masas, edificando grandes instalaciones para que disfrutara el pueblo, era el caso de los hipódromos que albergaban las carreras de cuadrigas.
La edad media supuso un retroceso cultural y deportivo. Aparte de los torneos entre caballeros, hay que esperar al renacimiento y siglos posteriores para que en las villas se desarrollen deportes que se solían practicar en las plazas. Es el caso del calcio florentino o del juego de la pelota vasca, que se jugaba aprovechando las paredes de las iglesias o de edificios públicos. Los deportistas acudían cambiados desde sus casas.
En el siglo XIX, durante la revolución industrial, las academias militares, las universidades europeas y los colegios británicos introducen la práctica del deporte en el programa académico. Estos centros educativos se van haciendo con instalaciones deportivas y aparecen los primeros vestuarios. Lugares en los que los cadetes y alumnos se vestían y aseaban apropiadamente antes y después de la práctica deportiva. La primera escuela central de educación física de España se crea en Toledo y está ligada a la academia militar de infantería.
A finales de ese siglo y principios del siglo XX, la burguesía encuentra en el deporte un ámbito para relacionarse socialmente. Practicando deportes, que muchos de ellos habían sido inventados en los centros educativos. Así nacen los clubs de tenis, los clubs de natación o los gimnasios de boxeo. Paulatinamente, estos deportes se van popularizando, creándose instalaciones en los barrios obreros y populares donde los jóvenes podían inscribirse pagando cuotas más bajas. Uno de los deportes que más rápido creció entre la población fue el futbol, que ya en los años 30 del siglo XX era el deporte que más aficionados tenía en todo el mundo, o el beisbol, el deporte más practicado en EEUU, Cuba y Puerto Rico en aquella época.
No es hasta después de la segunda guerra mundial cuando empiezan a utilizarse las taquillas. No se instauran de golpe, sino que es un proceso paulatino. Hasta entonces los deportistas llevaban bolsos de mano donde guardaban sus pertenencias. Estos se amontonaban en un rincón del vestuario o quedaban esparcidos sobre bancos de madera. Tal situación daba lugar a episodios de extravíos y de robos. Las taquillas se comienzan a utilizar por razones de orden y de seguridad.
Problemas en la gestión de taquillas.
La instalación de taquillas obliga al gimnasio o centro deportivo a estar al cuidado de ellas. Es normal que surjan una serie de problemas, algunos de ellos relacionados con la seguridad. En la revista i-fitness se señala que en el 2020 aumentaron un 3% los robos dentro de los gimnasios. La asistencia a estos centros se ha convertido en una práctica habitual. Muchos abonados acuden a ellos al terminar el trabajo o en un hueco de tiempo durante la jornada laboral, llevando consigo objetos de valor: la cartera, las llaves del coche, etc. Esto requiere que se extremen las medidas de seguridad.
La perdida de llaves es uno de los problemas más habituales en la gestión de taquillas. No sucede solo con niños, donde se supone que hay que tener un especial cuidado, también es frecuente entre los adultos. Cuando esto pasa hay que reventar la cerradura para poder acceder al contenido de la taquilla, o forzar la puerta de alguna manera, ocasionando daños en el mobiliario. Por eso, muchos centros piden una copia de la llave para tenerla de reserva, medida que no convence a todos los abonados. Otra alternativa es sustituir los candados de llave por otros de combinación, pero tienden a atascarse.
Tener habilitada un área de taquillas requiere para el centro encargarse del mantenimiento. Las taquillas deben estar limpias por fuera, protegidas de la humedad y de los golpes, y el centro debe responsabilizarse de que están en buen estado, que las puertas abren y cierran correctamente. Cuando la utilización de una taquilla pasa de una persona a otra, el centro debe ofrecer unas garantías de seguridad. Que el antiguo usuario no tenga posibilidad de acceder a la taquilla. Esto se suele resolver cambiando la cerradura, lo que implica un gasto extra de tiempo y de dinero. En España, muchos centros obligan al usuario a que se haga con su propio sistema de cierre, adquiriendo ellos mismos un candado.
Taquillas inteligentes.
En los últimos años, se está utilizando la informática para la gestión de taquillas. El usuario desde una aplicación instalada en su móvil puede abrir y cerrar su propio taquillero. El centro, desde un programa de ordenador, controla centralmente el armario. Para Taquicel, fabricantes e instaladores, esta modalidad es la forma más eficaz para un centro deportivo o educativo de gestionar un área de taquillas.
No requieren llave, se abren desde el móvil mediante una clave otorgada por el centro. Suelen habilitar un área con wifi, para asegurar la conectividad de los teléfonos, y en algunos modelos, tienen un panel táctil en una pared lateral desde el que igualmente se pueden abrir y cerrar cada taquilla, introduciendo la contraseña.
En el panel central del centro, que controla los armarios de taquillas, se puede restringir el acceso a las mismas durante un horario determinado, lo que incrementa la seguridad. Las taquillas emiten una alarma al panel central cuando alguien está intentando acceder a ellas y ha introducido varias veces una clave errónea o cuando se están intentando manipular de forma indebida. Para traspasar el uso de una taquilla de una persona a otra, basta con cambiar la clave de acceso.
Muchas de estas taquillas disponen de enchufes en su interior para cargar dispositivos electrónicos. Algunas empresas dan la opción de prueba o alquiler a los centros para que valoren su funcionamiento antes de comprarlas. Durante el periodo de alquiler, el instalador se encarga del mantenimiento, liberando al gimnasio de esta tarea.
Estos módulos de taquillas se adaptan al espacio disponible, optimizando su uso. Son resistentes a los golpes y a la humedad, con una gran durabilidad y la posibilidad de colocarlas en el lugar que decida el centro. Existe una gran variedad de acabados, proporcionando un diseño moderno y actual.
Las taquillas inteligentes ofrecen ese aspecto de seguridad e individualidad que demanda
cualquier abonado que se inscribe a un gimnasio. Guardando sus pertenencias durante el tiempo en que el que está realizando la actividad deportiva, con la certeza de que solo él tendrá acceso a la apertura y cierre de su departamento.