La pérdida de movilidad es un efecto asociado al avance de la edad. Con el paso de los años las personas perdemos masa muscular y capacidad motora. Existen una serie de productos que, si bien no resuelven el problema, favorecen que la persona mayor se pueda mover con cierta autonomía. Hablaremos en este artículo de los más destacados.
La perdida de movilidad es una de las enfermedades silenciosas de la edad. Un estudio publicado por la Universidad de Zaragoza asocia el deterioro de las capacidades motrices con la presencia de enfermedades crónicas, el consumo de ciertos medicamentos y en un menor grado con el sobrepeso, que ya a determinada edad, dificulta poderse mover con facilidad.
En otro estudio publicado en el portal de salud Scielo, sobre una base de 100 internos de varias residencias geriátricas repartidas por toda España, un 38% de las personas estudiadas sufrieron caídas. De ellos, el 50% padecieron heridas y contusiones. La pérdida de equilibrio fue la razón principal. Factores como trastornos de la marcha, deterioro cognitivo, incontinencia urinaria y efectos secundarios de la medicación fueron elementos que influyeron en el percance.
La pérdida de movilidad es bastante habitual a partir de los 70 años y se va haciendo más palpable a media que avanza la edad. Además de los efectos físicos, como las caídas, produce consecuencias psicológicas en las personas. Ver que no pueden hacer determinadas tareas que antes podía realizar sin problemas, les genera inseguridad y reduce su autoestima. Introduciéndose en un bucle en el que cada vez realizan menos actividad física y, por tanto, sus problemas locomotores se agravan.
Los ortopedas de La Tienda del Cuidador, una ortopedia de Marinera de Alcor (Sevilla) con más de 10 años de experiencia en el sector y que recientemente han dado el salto a comercializar sus productos por internet, nos cuentan que son muchos los productos de ortopedia para personas mayores que salen al mercado. Sin embargo, solo una parte de ellos son los que más se venden. Coinciden con que resuelven los problemas de movilidad más habituales de las personas mayores.
Hablaremos de estos productos:
Las camas articuladas.
Las personas mayores pasan largos periodos de convalecencia debido a sus enfermedades. En estos periodos, gran parte del día lo pasan en la cama. Sin embargo, no pueden estar toda la jornada, tumbados sin hacer nada. Es una situación deprimente para cualquiera y también para ellos.
Necesitan incorporarse para poder comer. A determinadas horas del día les apetece ver la televisión, leer o atender a los cuidadores o a las visitas mientras están sentados, no tumbados.
Por otro lado, hay determinadas posiciones que, subiendo las piernas por encima de la cabeza, mejoran la circulación de la sangre.
Las camas articuladas son un tipo de cama utilizada con frecuencia en los hospitales. Cada vez son más demandados en las casas particulares. Constan de tres áreas independientes: cabeza, parte central y pies, que permiten abatirse con diferentes inclinaciones. Como las camas de hospital, se suelen activar por medio de un mando a distancia, que pone en marcha un motor eléctrico que coloca el somier de la cama en la posición deseada.
Colchones antiescaras.
Para los largos periodos de convalecencia en la cama, se colocan sobre el colchón normal, un colchón formado por cilindros de material viscoelástico que evitan la formación de úlceras.
Al pasar todo el día la persona tumbada en la cama es normal que aparezcan úlceras en la espalda o en el costado que les causen dolor y dificulten su movilidad.
Estos cilindros ejercen presión sobre diferentes partes del tronco y de las extremidades, evitando que se formen las temidas úlceras.
Se trata de una tecnología novedosa que está teniendo grandes resultados hasta el punto de que se fabrican cojines, con el mismo sistema, para colocarlos sobre los asientos de sillones y sillas, y evitar así que aparezcan úlceras en los glúteos.
Algunos de estos cojines y colchones tienen efecto memoria, recordando la fisionomía y la forma en la que se sienta o se tumba la persona y promoviendo posturas correctas, para minimizar efectos adversos sobre los pacientes.
Andadores ortopédicos.
Los andadores ortopédicos son otro de los dispositivos que seguro que hemos visto en alguna ocasión. Se trata de estructuras de aluminio, con dos ruedas en la parte delantera, dos patas en la parte trasera, para apoyarlo en el suelo y dos mangos a la altura de las manos, para que la persona se pueda agarrar a él. También es frecuente que disponga de un asiento, donde el usuario se pueda sentar para recuperar fuerzas o donde pueda dejar el bolso u otro elemento para desenvolverse con más facilidad.
Estos andadores tienen gran estabilidad y permiten que la persona se mueva por la calle sin miedo a perder el equilibrio.
Aunque no nos lo parezca, este artilugio se utiliza en una gran variedad de situaciones. Por ejemplo, para personas que sufren debilidad en las piernas debido a enfermedades como la artritis o la osteoporosis. Personas que sufren lesiones agudas o crónicas en articulaciones como la rodilla o las caderas; y en casos de fatiga crónica, donde el andador puede suponer un apoyo importante para realizar actividades cotidianas, como ir a la compra o movernos por la casa.
El uso del andador puede ser una media provisional en procesos de postoperatorio o convertirse en un elemento habitual para no sobrecargar los músculos.
Grúas de transferencia.
Las grúas de transferencia es una máquina habitual que se utiliza en hospitales y sobre todo en residencias geriátricas. Con esta grúa se puede levantar a peso a la persona convaleciente de la cama y sentarla en una silla normal o en una silla de ruedas. También ayuda a la persona a que se pueda incorporar y ponerse de pie.
Antes era el personal sanitario que trabajaba en las residencias de ancianos, quien solía mover a los pacientes a pulso para realizar actividades cotidianas como ayudarles a ir al baño o cambiarles el pañal. Como consecuencia de este trabajo físico, era frecuente que las auxiliares de geriatría sufrieran accidentes o enfermedades en los hombros o en la espalda. Algunas de estas dolencias se convertían en crónicas, obligando al personal a coger la invalidez o causándoles secuelas que se prolongaban en el tiempo.
Estas grúas mecanizadas han mejorado la asistencia a las personas mayores, pero, sobre todo, están facilitando el trabajo de las cuidadoras.
Las grúas que se venden o se alquilan para usar en las casas suelen ser menos aparatosas que las de las residencias. Suelen venir con ruedas, para moverse con facilidad por toda la casa, y algunas de ellas son plegables para que se puedan guardar en cualquier sitio.
Banquetas para la ducha.
El aseo es otro de los problemas que presentan las personas con movilidad reducida. A determinada edad hay que olvidarse de las bañeras. Este sanitario es una fuente de accidentes domésticos. Cuando hay personas mayores en casa, lo más recomendable es sustituir la bañera por un plato de ducha, colocado a poder ser al mismo nivel que el suelo.
Aunque hayamos hecho esta reforma en casa, algunas personas mayores presentan problemas para bañarse solas. No aguantan de pie todo el tiempo que dura la ducha. Por eso han de sentarse en una banqueta de plástico.
Cuando ya hay problemas graves de movilidad, es recomendable que la persona no se bañe sola. Necesita que el cuidador le enjabone el cuerpo con una esponja y que le seque con la toalla.
Otro de los elementos necesarios para colocar en la ducha son barras que faciliten que la persona pueda entrar y salir segura del plato e, incluso, que le ayuden a levantarse de la banqueta.
Accesorios para el W.C.
También en el baño, sentarse o levantarse del inodoro supone un suplicio para algunas personas con movilidad reducida.
Para solventar esta situación existen diferentes soluciones. Una de ellas es colocar unas barras al lado del váter, como las que encontramos en los aseos para minusválidos de los centros comerciales y edificios públicos. Estas barras tienen forma de L y van clavadas el suelo. El problema que tienen es que para instalarlas hay que hacer obra.
Por eso, algunos cuidadores buscan soluciones más sencillas, que se puedan aplicar en cualquier sitio. Una de ellas es la colocación de elevadores plásticos que suben la altura de la taza del inodoro unos centímetros por encima. Al estar menos bajo, a la persona le cuesta menos sentarse y levantarse. Estos accesorios tienen un diseño ergonómico y se ajustan al inodoro con unas sencillas palomillas laterales.
El problema de este sistema es que al no tener brazos, la flexión de las piernas para levantarse del inodoro cuesta un poco más. Por eso algunos fabricantes han diseñado sillas con ruedas y apertura en el asiento con cuña o tapa, para que la persona pueda hacer sus necesidades, sentado en la silla, colocándola antes sobre el inodoro.
Este, como todos los productos de los que hemos hablado, busca la seguridad del usuario y respetar, en la medida de lo posible, su autonomía.