Los beneficios terapéuticos del yoga.

Yoga

Seguro que has escuchado alguna vez que el yoga es bueno para la salud. Pero, ¿qué beneficios físicos nos aporta? ¿En qué nos puede ayudar?

El yoga es una disciplina tradicional procedente de la India. En sánscrito, “yoga” significa unión. Busca, en cierto modo, la unión de los diferentes planos del hombre: el cuerpo, la mente y el espíritu. Intentando que alcancen el equilibrio.

Para los hindús, el yoga existe desde siempre. Es eterno. Una armonía que se da en la naturaleza y que el individuo puede acoger adoptando una actitud determinada ante la vida.

El yoga pretende la liberación. Que el hombre se desprenda de sus limitaciones y ataduras, tanto mentales como corporales, para que pueda crecer y desarrollarse.

En la práctica habitual del yoga se efectúan ejercicios tanto mentales como físicos. Desde la concentración, hasta los estiramientos musculares por medio de las posturas. Tomando la respiración profunda como eje central. Al trabajar el cuerpo, evidentemente, mejoraremos nuestro estado físico. Pero el yoga no es inmediato, ni milagroso. La clave de su efectividad radica en la constancia, en la regularidad. En practicarlo de una manera habitual.

Así lo señalan los monitores de Ceiba Yoga, un centro de yoga ubicado en el barrio madrileño de la Arganzuela, que hace un especial hincapié en el aspecto terapéutico y restaurador de esta disciplina. Ellos insisten en el concepto de “camino”. Un viaje que conduce al individuo hacia su bienestar. Un camino que hay que andar y donde no existen atajos.

A medida que la persona va practicando yoga, se siente cada vez mejor. Estos son algunos de los efectos que podremos encontrar en su cuerpo:

Nos ayuda a relajarnos.

La revista de difusión médica Medline Plus menciona el aspecto relajante del yoga. Algo que tiene efectos directos sobre nuestra salud. Al relajar el cuerpo y la mente, reducimos la presión arterial y la frecuencia cardiaca. De esta manera conseguimos que la sangre llegue a todos los rincones del cuerpo, cumpliendo su función fundamental, la de aportar oxígeno y nutrientes a las células, retirando los desechos para su posterior eliminación.

El estrés es una de las causas de enfermedad más frecuente en el mundo moderno. Baja nuestras defensas, tensa nuestro sistema nervioso y nos produce dolores estomacales. Con la práctica del yoga combatimos el estrés diario.

Nos concentramos en la respiración y nos olvidamos de otros condicionantes. De las preocupaciones que abordan nuestra cabeza, de las ideas repetitivas, de esos otros factores que afectan a nuestro cuerpo como los dolores y las molestias.

Con el yoga llegamos a poner la mente en blanco. La reseteamos. Nos centramos en el aquí y el ahora. Desprendiéndonos de pensamientos y sensaciones ajenas a la actividad que estamos realizando en ese preciso momento.

Un ejercicio de desconexión positivo para el cuerpo y la mente, que nos recarga de energía y tiene un efecto reparador.

Mejora la coordinación.

Muchas posturas del yoga activan los músculos estabilizadores del cuerpo, mejorando el equilibrio y la coordinación.

Así, por ejemplo, la postura del árbol (Vrksasana) requiere la concentración sobre la pierna de apoyo, mejorando el equilibrio de todo el cuerpo sobre un solo punto. Con la postura del guerrero 3 (Virabhadrasana III) necesitas la coordinación de piernas, brazos y tronco, fortaleciendo los músculos del abdomen y de la espalda.

Los pasos de una postura a otra implican trabajar la coordinación consciente y acompasada de diferentes partes de cuerpo, salvaguardando el punto de equilibrio.

Una práctica que mejora nuestro rendimiento físico tanto para practicar deporte como en nuestra vida habitual.

Un punto importante de la práctica del yoga es la de mantener una postura erguida. Algo que va a ayudar a enderezar nuestra espalda y a evitarnos problemas de desviación de columna que aparecen por prácticas frecuentes como pasar demasiado tiempo sentado frente a un ordenador, con la espalda arqueada, o recoger mal los bultos del suelo, doblando la espalda.

Alivio de dolores musculares.

Relacionado con el punto anterior, la práctica regular del yoga nos ayuda a mitigar dolores frecuentes. Un artículo de salud publicado en la revista Vogue afirma que el yoga alivia la mayor parte de los dolores crónicos que sufrimos: el dolor de cuello, las contracturas en la espalda, la artritis, la lumbalgia, el dolor en codos y rodillas, la fibromialgia, etc.

Esto es así porque por medio del yoga efectuamos una serie de estiramientos des-contracturantes que deshacen los nudos de fricción que aparecen en nuestro cuerpo. El yoga nos conduce a un estado de relajación muscular que evita la tensión. Desde luego, para que estos ejercicios sean efectivos, necesitamos estar guiados por nuestro maestro yogui. El cual conoce la eficacia de las posturas y su efecto directo sobre cada parte del cuerpo.

La respiración profunda y consciente que efectuamos durante la sesión de yoga tiene un efecto sanador. Llenamos nuestros pulmones de aire fresco y oxigenamos la sangre para que el torrente sanguíneo distribuya el elemento vital por todo el organismo.

Debemos tener en cuenta que la práctica del yoga es un complemento a los tratamientos médicos destinados a curar nuestras enfermedades. Nunca se puede usar como un sustituto. Si bien, la práctica de yoga bien guiada nunca nos hará daño al cuerpo, no podemos concebirla como una terapia médica en sí misma.

Mejora la calidad del sueño.

Un estudio realizado por la Fundación Swami Vivekananda concluyó que las personas que practican yoga con frecuencia suelen tardar 10 minutos menos en dormirse que las personas que no lo hacen.

El estado de relajación mental y físico al que nos conduce el yoga hace que, además, el sueño sea más reparador y con menos interrupciones nocturnas.

El sueño pasa por 5 fases: adormecimiento, sueño ligero, fase de transición, sueño profundo y fase R.E.M. Son, justamente, las interrupciones que se producen en la fase de transición las que nos impide alcanzar el sueño reparador. Las que hacen, que de una manera o de otra, reiniciemos el ciclo en lugar de adentrarnos en la fase más importante, la del sueño profundo, la que hace que las neuronas se regeneren. Como consecuencia de ello, nos levantamos al día siguiente con la sensación de no haber descansado bien.

Existen más de 100 trastornos del sueño diferentes y cada uno de ellos está causado por un factor distinto. Si bien, las preocupaciones y la ansiedad son una de las causas más habituales del insomnio.

El yoga nos ayuda a controlar los niveles de estrés. Tanto es así que el sociólogo Ronald C. Kesser, profesor en el Harvard Medical School de Massachusetts, opina que la práctica habitual del yoga  es tan eficaz como un tratamiento de ansiolíticos, solo que con el inconveniente de que no es tan inmediato.

Fortalece los huesos y los músculos.

Los ejercicios de yoga flexibilizan las articulaciones y refuerzan los huesos, evitando la pérdida de masa ósea. Todo esto, sin producirnos agujetas, como si lo haría una sesión de ejercicio intenso en el gimnasio. Esto se debe a que los ejercicios lentos del yoga evitan la concentración de ácido láctico en el cuerpo.

El yoga es una solución natural para prevenir enfermedades como la osteoporosis. Por otro lado, la flexibilidad muscular que se desarrolla con el yoga es un método efectivo para evitar lesiones. Al tener los tendones menos rígidos, somos menos proclives a sufrir esguinces y luxaciones.

Las características de los órganos del cuerpo se potencian con el ejercicio. Ganamos fuerza, resistencia y flexibilidad trabajando los músculos de una manera continua. El yoga es un método de trabajar el cuerpo de una forma diferente. No por medio de ejercicios de alto impacto o de repeticiones, como haríamos con algunas disciplinas deportivas. Si no desplegando la musculatura hasta el límite de manera consciente y controlada.

Quemar calorías.      

Esta es una promesa que atrae a muchas personas al yoga y que se ha demostrado científicamente. La posibilidad de perder peso practicando yoga. Con el Vinyasa Yoga, una modalidad de yoga que consiste en ir alternando posturas, con música relajante de fondo, y con movimientos acompasados con la respiración lenta y profunda, se queman un promedio de 7 calorías por minuto. Lo que vienen a ser 507 calorías a la hora.

Si salimos a correr 20 minutos al parque, quemamos entre 250 y 300 calorías. Si lo comparamos con una sesión de yoga, nos hacemos una idea de la capacidad de quemar grasas que tiene la práctica del yoga.

Como cualquier otro ejercicio físico, el yoga es un instrumento efectivo para llevar un estilo de vida sano. Algo que debemos combinar con una alimentación equilibrada y con periodos de descanso razonables y reparadores.

Quizás el atractivo que tiene el yoga es que es una actividad más tranquila, menos virulenta y menos competitiva que el deporte tradicional. Una actividad que está más en concordancia con la armonía que percibimos y admiramos de la naturaleza y del cosmos. Un equilibrio que podemos traspasar a nuestro cuerpo y a nuestra propia vida.

Una herramienta que nos ayuda a llevar una vida más plena, también en el aspecto físico y corporal.

 

 

 

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