Hemos pasado de ser unos padres que pasaban de todo a unos padres helicópteros. Es decir, personas que tienen que estar siempre sobrevolando sobre nuestros hijos y abriendo nuestros brazos para evitar cualquier tipo de contacto con la realidad que les pueda hacer daño. Pues bien, ni una cosa ni otra. Y sobre todo, lo mejor es dejarte asesorar.
Muchas veces queremos sobreproteger tanto a nuestros hijos que no somos conscientes de todo lo que nos rodea. Incluso hasta el punto de que el niño o niña tenga un problema real pero no queramos verlo o simplemente no somos conscientes de que existe porque todo lo nubla. Sin ir más lejos, un primo mío protegía tanto a su hijo de los amigos, de las salidas o de compartir tiempo de ocio que cuando quiso darse cuenta su hijo tenía problemas de TAH. Por eso, en este caso, repito, lo mejor es dejarte asesorar por gente que sabe de esto.
Y no, no hay que tener miedo a ir a los profesionales de lo que saben de esto. Por ejemplo, cuando los padres reciben la recomendación (o el consejo) de llevar a su hijo al psicopedagogo, es común que surjan dudas, preocupaciones e incluso temores.
Sin embargo, y esto es lo que te digo, es importante desmitificar esta situación y comprender que acudir a un especialista en psicopedagogía no significa que el niño tenga un problema grave. Todo lo contrario, lo que estamos haciendo es buscar herramientas para potenciar su desarrollo académico, emocional y social. Y al revés, lo que queremos es su bien. Y esto os lo digo porque he visto a muchos padres del colegio de mi hijo en este plan.
Qué es
El psicopedagogo es un profesional especializado en detectar, evaluar y abordar dificultades en el aprendizaje. Como nos indican desde Psicopedagogía Cristina Hormigos se puede trabajar con niños que presentan problemas como dislexia, déficit de atención, dificultades en la comprensión lectora o en la resolución de problemas matemáticos, entre otros. “También ayudamos a aquellos que, sin tener un trastorno específico, necesitan mejorar sus hábitos de estudio o fortalecer su autoestima académica”, explican.
Lo primero que tenemos que hacer es romper mitos. Y eso se logra desde el propio padre o madre. Y es que uno de los principales mitos es que asistir al psicopedagogo implica que el niño tiene una discapacidad o una deficiencia intelectual.
Pues no, en realidad, muchos niños con gran potencial académico también pueden beneficiarse de la orientación psicopedagógica, ya que les permite optimizar sus estrategias de aprendizaje y reducir la frustración ante los desafíos escolares.
Si un especialista o un profesor ha sugerido la consulta con un psicopedagogo, la mejor actitud que podemos adoptar los padres es la apertura y el apoyo. No tenemos que pensar “este tío le ha cogido manía a mi hijo”. Por eso, es clave evitar comentarios negativos que puedan hacer que el niño sienta vergüenza o temor. Los primeros que tenemos que darle normalidad somos nosotros, porque si todo el día le estamos diciendo que esto es malo, pues él va a pensar lo mismo.
Normalidad
En su lugar, debemos explicar la importancia de esta ayuda como un recurso positivo que lo hará sentirse más seguro en la escuela.
Y por supuesto, en casa hay que mantener una comunicación fluida con el psicopedagogo. Hay que ser sincero, sin mentiras, ya que esto permitirá conocer el avance del niño y reforzar en casa las estrategias que tenemos que hacer. NO hay duda de que la colaboración entre familia, escuela y profesional es fundamental para obtener resultados exitosos.
Como nos indican desde el centro, “los materiales que usamos en cada una de las sesiones están adaptados a los gustos, intereses, motivaciones y dificultades de cada alumno/a, por lo que nuestra psicopedagoga infantil destina las primeras tomas de contacto con el niño a conocer todos sus aspectos fisiológicos y psicológicos que nos ayuden a mantener su constante motivación”.
En los tiempos que corren, y por suerte, los profesionales disponen de numerosas valoraciones y evaluaciones psicopedagógicas certificadas y oficiales para brindar una información clave y fundamental de las necesidades de nuestros hijos, por eso, podemos estar tranquilos porque están en las mejores manos.
En definitiva, acudir al psicopedagogo no es motivo de vergüenza ni de alarma, sino una oportunidad para que los niños y niñas se enfrenten a sus retos y miedos con mayor confianza y seguridad. Y esto es algo que vas a ver al poco tiempo de ponerte en manos de estos profesionales. Así sí, les estamos ayudando y no haciendo de helicóptero.